domingo, 25 de noviembre de 2012

Exprime a Windows 8


La nueva interfaz y la estructuración mediante pestañas en detrimento de los desplegables son dos de las novedades de Windows 8 que nos obligan a replantearnos nuestra filosofía de trabajo.

Nivel: Básico
Con toda probabilidad recordarás la indignación general que desató el lanzamiento de Microsoft Office 2007. No fueron pocos los usuarios que se llevaron las manos a la cabeza al constatar la desaparición de los menús desplegables, la implementación del nuevo botón de la esquina superior izquierda y, en definitiva, la reestructuración y reubicación de comandos. Sin embargo, cinco años después es difícil encontrar a alguien que no se haya habituado a su interfaz. Nos atrevemos a augurar que, al menos entre los usuarios menos experimentados, es muy posible que algo similar suceda con Windows 8.
Tras unos días trabajando con él comprobamos que el proceso de adaptación no es ni mucho menos tan traumático como pudiera parecer. De hecho, todo parece indicar que la mayoría de los cambios son para mejor. A continuación, procederemos a detallar nuestra experiencia al tiempo que te proporcionamos una serie de consejos que te ayudarán a familiarizarte con este nuevo entorno.
Consejo 1. Evita los temibles cuellos de botella

De acuerdo con Microsoft, para funcionar con fluidez en un sobremesa Windows 8 precisa como mínimo un procesador a 1 GHz y 1 Gbyte de memoria RAM, que se convierte en 2 Gbytes si la CPU y el sistema operativo son de 64 bits. El espacio en disco requerido oscila entre los 16 y los 20 Gbytes, dependiendo de si el sistema es de 32 o de 64 bits. En todos los casos, la tarjeta gráfica deberá ser compatible con DirectX 9 con controlador WDDM. Estos requisitos no difieren en absoluto de los de Windows 7, aunque, como veremos, si dispones de una tableta o un monitor compatible con la función multitouch podrás disfrutar las atractivas funcionalidades táctiles.

Para evaluarlo, además de probar un equipo de última hornada, lo hemos instalado en el PC con el que trabajamos habitualmente, y que ejecutaba Windows 7. La experiencia ha sido muy positiva y no hemos apreciado ninguna ralentización. No obstante, al igual que nos sucedía con la versión anterior, usar la tarjeta gráfica integrada marcaba el punto más bajo en la evaluación. A la hora de adquirir tu sobremesa, piensa que el componente más débil de la ecuación puede ejercer como un cuello de botella y mermar el rendimiento general.
Consejo 2. La Pantalla de Inicio

Este es uno de los puntos más controvertidos de Windows 8. Y es que el botón Inicio ha desaparecido de la barra de tareas. Hay una buena razón para ello. Pese a que este contaba con una casilla de búsqueda, no eran pocos los usuarios que preferían mantener infinidad de accesos directos en sus escritorios. Si eras uno de ellos, a la larga agradecerás que ahora, al pulsar la tecla Windows, se acceda a la nueva pantalla de inicio. Úsala para acceder al escritorio o los programas que más utilizas.

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